jueves, 12 de mayo de 2011

Rafael Maria Hernandez y la familia

Memorias...  por Gladys Hernandez


En Boconó, vivió una numerosa familia de apellido Hernández Rosales, familia que representó para la gente de esa población un intachable ejemplo a seguir porque fueron un conjunto de personas de diferentes sexos y edades que dejaron honda huella entre la sociedad boconesa de la época.

Los jefes de la familia eran Rafael María Hernández y Catalina Rosales de Hernández, pareja de una increbrantable voluntad para sacar a sus hijos adelante con el fin de hacerlos “hombres y mujeres de bien,” de acuerdo a sus propias palabras.

Rafael María el padre, fue un ilustre músico trujillano quien además de tocar el piano, órgano, clarinete, trombón, tenía como instrumento preferido o como su especialidad el violín. También compuso más de mil doscientas composiciones musicales incluyendo valses, villancicos, merengues y música sacra. En toda su obra se vio fuertemente influenciada por las altas, hermosas y verdes montañas andinas y por la belleza de la mujer boconesa.

Rafael María, un hombre bondadoso, moreno, de cabello ensortijado, de contextura gruesa y tamaño mediano; combinaba sus enseñanzas musicales con la carpintería, oficio que desempeñó desde su adolescencia.

Dedicó toda su vida a la enseñanza de la música tanto en escuelas públicas como a la enseñanza particular, "ah honorem", a jóvenes del pueblo y de otras aldeas circunvecinas a la lectura de las notas musicales y a aprender a tocar diversos instrumentos musicales; con los cuales logró consolidar una orquesta llamada “La Ideal” compuesta por instrumentos de cuerda, viento y percusión. Esta orquesta, cuyo director era Rafael María amenizaba todos los eventos sociales y religiosos de la sociedad boconesa.

Su especialidad eran las “retretas” que se producían tres veces por semana en la principal plaza de dicha población, con cuyas melodías y canciones se enamoraron muchos jóvenes.
Rafael María tenía trabajaba en casa de su hermana Amelia; allí funcionó su taller de carpintería como también los ensayos de su orquesta “La Ideal.” Amelia era su hermana, una vivaracha señora que respaldaba incondicionalmente todas las actividades que realizaba Rafael María y tenía un hijo, de profesión médico, a quien llamaba Ricardo Benito.

Rafael María con 12 hijos propios y otros, tenía que buscar otras fuentes de ingresos para poder lograr tremenda hazaña. Por ello complementó sus actividades musicales tocando el órgano y cantando misas y Tedeums en la iglesia “San Alejo”, principal iglesia de todo el Distrito Boconó.   El era principal personaje de las “Misas de Aguinaldo” que convocaban a la feligreses a la asistencia a estas misas, especialmente a los jóvenes enamorados quienes, una vez concluida la misa, veían en esta actividad religiosa la posibilidad de echarse una escapadita a los sectores campestres cercanos pero solitarios del pueblo para manifestarse su amor mutuo y compartir caricias lejos de las miradas de padres y familiares celosos del pudor y buen nombre de las “muchachas de buenas familias.”

No podemos dejar de mencionar la cantidad de bodas que amenizó en las iglesias tocando y cantando el Ave María de Shubert para posteriormente iniciar la fiesta con “La Ideal” interpretando románticos valses, alegres merengues y pasodobles para que bailaran los novios e invitados a estas recepciones.

Rafael María era un hombre honesto, sencillo, tranquilo y conciliador. Escuchaba y atendía a toda persona que le abordara, prestaba ayuda a quien se la solicitara sin importar su credo, condición social, color u ocupación. Siempre dio especial tratamiento a los campesinos, por considerarlos como un sector muy vulnerable y débil de la sociedad boconesa ya que siempre eran maltratados, explotados y engañados por las familias ricas del pueblo.

Con frecuencia, se le veía a Rafael María parado en las esquinas, por horas, hablando con la gente, dándole ánimo y orientándoles con el fin de ayudarles a resolver sus problemas. Nunca se le olvidaba llenar los bolsillos de la chaqueta de su flux con caramelos y gomitas para repartirlos a la gente con quien conversaba, sus alumnos, hijos y posteriormente a sus nietos.

Su mamá se llamaba Lorenza y él se refería a ella con el título de “Mamá Lorenza”.

1 comentario:

  1. Mi tío Ricardo era médico venereólogo y trabajó en el Hospital José María Vargas de La Guaira, mismo en que mi mamá, Carmen Elena, laboraba como enfermera. Mi abuelita Amelia tenía una Lorita que la llamaba cada vez que tocaba la puerta. Bellos recuerdos.

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